El otoño 

Mañana, sábado 23, es el primer día del otoño. Este otoño, que durará 89 días y 21 y que terminará el domingo 22 de diciembre con el comienzo del invierno. La Aemet le pronostica mucho calor siguiendo la tendencia del verano muy seco que hemos soportado. Me dispongo a almorzar, igual que todos los viernes, en un restaurante situado a la salida de San Sebastián de La Gomera, situado junto a la carretera insular en la dirección hacia el norte de la isla, cerca del Molinito. Es mi mesón preferido para trazar la separación de esta semana que ya acaba con la que se aproxima leve y feliz, pues me gusta que las semanas comiencen el domingo, disfrutando del descanso dominical. Elijo la mesa que está al fondo. Desde mi silla abarco con la mirada al resto de todas las sillas, por eso la elegí. Hacia la derecha y un poco más allá, una mesa con una familia completa: tres generaciones y algún allegado que no conozco y que parecen que disfrutan de mucha amistad, son vecinos de Vallehermoso. El abuelo coge la cuchara llena de sopa con mucha dificultad, saca la lengua al comer como si fuera un niño pequeño, de vez en cuando se atraganta, se le cae la servilleta, gira la cabeza para ver si le están mirando, siente que sus facultades motoras van mermando. Su hija le recoloca la servilleta en el pecho, mira muy atenta a sus movimientos, en sus gestos manifiesta amor, se nota que este hombre lo ha sido todo. Su yerno le va preparando en un plato unos trozos de costillas de cochino y unas papas bonitas que tanto le gustan al abuelo, no olvidándose de ponerle en el vaso un poco de vino del país, que vierte de una pequeña jarra que le han servido para acompañar la comida. Estoy esperando al camarero. Hoy tiene mucho trabajo. Cerca de mi mesa se encuentra un vecino de Agulo consultando la carta del menú. Parece que no quiere comer solo. Se acerca. Me saluda. Coge una silla. Pide permiso y toma asiento enfrente compartiendo mi mesa. Dice que es más agradable comer así, disfrutando el momento. Habla de sus papas, de su huerta, de su trabajo.......de la huerta de Agulo, que era su municipio de pequeño, de los bancales de La Gomera. De las hogueras de San Juan. De la Playa de San Marcos.... Se acerca el camarero Daniel que es de La Lomada, siempre tan profesional y amable. Elegimos varios platos, unos para picar y otros más contundentes para llenar (revuelto de gambas, setas, algo de ensalada con verduras del Barranco de Chejelipes, conejo, solomillo, algo de costillas…). Para acompañar el vino de Simancas y un botellín de agua. Mientras tanto y en unos instantes que el agulense se abstrae explorando uno de los diarios digitales de La Gomera en su nueva y reluciente iPad que ha comprado en su último viaje a Tenerife, aprovecho para remirar al abuelo y a la nieta de vez en cuando. Paso la mirada del abuelo a la nieta y de la nieta al abuelo, tienen algo en común los dos, transmiten una esperanza: ¡El otoño! Esa estación del año que es llevadera y es feliz por ese amor que sienten y que manifiestan toda esa familia. ¡Nos sirven los entremeses! los líquidos…,los segundos platos. Evocan momentos de charla durante la degustación del almuerzo. Luego el postre: quesillo bañado con miel de palma chispeado con algo de nata. Y entre plato y plato va pasando el tiempo. Las exquisiteces de La Gomera van desfilando por la mesa y van desapareciendo, dejando un buen sabor de boca. Pronto han llegado las primeras horas del atardecer, casi sin darnos cuenta. Desde el exterior del restaurante se observa al Sol que va llegando al Roque de Agando, a ese pitón fonolítico situado entre el Barranco de La Laja y el Barran Artículos: Nuevo co Benchijigua. Sigue su camino, brilla, deslumbra, avanza por ¡ese cambio de estación! Va acariciando el monte del Garajonay. va alejándose y desapareciendo en la Isla Mágica. Atrás va quedando el restaurante, las tres generaciones de comensales, el de Agulo, ... Mañana comienza el fin de semana y con el ese otoño que conduce al próximo día de descanso, ¡el primer domingo de otoño!

©Teguer