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San Martín En la noche del 10 de noviembre, en la víspera de San Martín, se abren las bodegas para jurar las pipas y degustar los nuevos caldos y los añejos. En La Palma, desde el siglo XVI, la onomástica de San Martín marcaba el ciclo agrícola de la vid. El santoral católico señalaba los períodos contractuales agrarios en la Isla. Mientras el arriendo de tierras de cereal lo marcaba San Juan, las del vino y vendimia las marcaba San Martín. Era la fecha escogida por los vinateros palmeros para apreciar el resultado de los mostos. Los patronos de las cosechas y ganaderías están relacionados con aquellos Santos invocados a favor de la lluvia o contra las tempestades, sequías, pedriscos y plagas del campo. Cada comarca o lugar acostumbra a tener su abogado especial con motivo de venerar allí reliquias o de tener una ermita dedicada. Sin embargo, en el caso de San Martín, esto en La Palma no se cumple. El santo invisible del que nada se sabe es tan sólo un pretexto para cumplir con la tradicional fiesta, tan anhelada por el pueblo palmero.