REVIVIR
Echedey ya se queja un poco menos. Se aproxima a los Sauces. Allá, por Barlovento sus dolores eran angustiosos. El sobre con los resultados médicos va abierto. Le echa un reojo. ¡No se tranquiliza! Al recorrer el Puente de los Tilos, se le hace angustioso, no mira por la ventanilla. Su altura le incomoda. Se aterra en el túnel de circunvalación de la capital Palmera, un coche parado, sin señalamiento, le deja gesticulando sólo. Decide dejar atrás a neurópatas, osteópatas y curanderos. ¡Había confiado durante meses! ¡No le curaban! Les dio carpetazo a las pseudoterapias. ¡Necesitaba descansar! Pensaba en Los Cancajos, en su tranquilidad, en sus refugios para tener paz, en su clima, en sus playas, … ¡Esa sería su recuperación! Disfrutó en sus calas de arena negra, de sus aguas, de su sol, ¡de su magia!... ¡Sintió su espíritu revivir!